Las Leyes

4:57 / Publicado por JoElAm /

La Ley Moral
La ley moral es obra de la Sabiduría divina. Se la puede definir, en el sentido bíblico, como una instrucción paternal, una pedagogía de Dios. Prescribe al hombre los caminos, las reglas de conducta que llevan a la bienaventuranza prometida; proscribe los caminos del mal que apartan de Dios y de su amor. Es a la vez firme en sus preceptos y amable en sus promesas.

La Ley Divina
La ley divina se expresa en los mandamientos de Dios y en los preceptos de la Iglesia. Los mandamientos y los preceptos son la síntesis concreta de todo lo que el hombre debe hacer o evitar para adquirirla las virtudes, conquistar la verdadera libertad y alcanzar el Sumo Bien. Dios ha dado su ley para que el hombre no se engañe sobre lo que es su verdadero bien. A menudo sucede que las personas no quieren entender para no tener que hacer el bien, es decir, encuentran muchos argumentos para justificarse, y hacer aquello que es más fácil y cómodo en vez de lo que es justo. Cada mandamiento o precepto contiene una parte positiva (las "ordenes" que se deben cumplir) para realizar el bien, y una parte negativa (las "prohibiciones" que se deben observar) para evitar el mal.

La Ley Natural
La ley natural es un orden armónico (o sistemático) y unas relaciones de interdependencia de él derivadas, a los que todos los seres existentes visibles están ligados por el mero hecho de existir. Dentro de este encontramos las nociones de orden, interrelación y armonía.

La Ley Humana
La ley humana alcanza a ciertas faltas y las castiga; el condenado sufre las consecuencias de lo que ha hecho. Pero la ley humana aunque, abarca todo delito, por leve que sea, no puede aplicarse, en la práctica, a todas las faltas; castiga más especialmente aquellas que causan notorio daño y perjuicio a la sociedad o a las personas y no las que por su levedad no causan sino levísimo malestar o incomodidad, no meritables de acudir a la justicia. Nadie iría a los tribunales por que alguien le robó unos cigarrillos en la oficina. Aparte es el hecho de que muchos transgresores que burlan la ley quedan impunes. Pero Dios no deja impune ningún desvío de su norma, pues quiere que todos progresemos, de tal forma que no existe ninguna falta, por ligera que sea, que no tenga su consecuencia inevitable, y mas o menos desagradable para el culpable. Tanto en las cosas pequeñas como en las grandes el hombre siempre es y será castigado. Nadie queda o quedará impune. Los sufrimientos, que son consecuencia del pecado, de la falta a la ley divina, le muestran a la persona con conciencia que ha obrado mal, le hacen sentir la diferencia entre el bien y el mal y la necesidad de mejoramiento espiritual para lo cual le vale y puede servirse, de su experiencia pasada para evitar en lo sucesivo motivos de nuevas aflicciones. El arrepentimiento y la contrición son absolutamente imprescindibles para purgar la falta. El dolor moral por haber ofendido a Dios le vale para corregirse ya que no pudo progresar por el placer de la obra de Dios y por el goce de su Divinidad.